Mira sus ojos
Los ojos de un pescado fresco deberían estar claros y exentos de cualquier opacidad. Además, ellos tienen que sobresalir un poco. Esta comprobación no siempre es posible dado que en ocasiones el pescado se vende sin su cabeza.
Percibe su aroma
Un pescado fresco no debería tener un olor rancio o similar al amoniaco, sino que debería tener un aroma similar al del mar o a las algas, porque eso significa que no ha pasado mucho tiempo desde que fue extraído del agua. En otros términos, el pescado no debería tener olor “a pescado”.
Revisa las agallas
Las agallas de un pescado fresco deben ser brillantes y tener un color vivo. Las agallas de un pescado fresco se caracterizan por estar mojadas, no con una apariencia viscosa ni mucho menos secas. Si las agallas están mojadas, eso indicará que no tiene mucho tiempo fuera del agua.
A medida que te acostumbres a comprar pescado, será más fácil identificar y diferenciar el pescado fresco del que no lo está. Es una habilidad que se desarrolla con la práctica, por lo que fallar de vez en cuando está permitido siempre que no interfiera en tu alimentación.