Luego están los que defienden dejar de consumir lácteos por las contraindicaciones en el organismo y por el argumento de que somos el único animal que tomamos leche después de la etapa de crecimiento. Lo cierto es que millones de persones son intolerantes y eso se asocia a ese argumento de que no es natural tomar lácteos de adulto.
Los debates con la leche son uno de los más intensos y habituales en cuanto a rutinas alimentarias e incluso a la necesidad o conveniencia de tomar lácteos de adultos. El otro factor curioso es la gran variedad de leches que inundan los estantes de los supermercados, donde casi la entera es la menos visible. Entera, semidesnatada o desnatada, veamos cuál es mejor tomar y por qué.
Empezaremos explicándote la distinción más clásica: leche entera, semi y desnatada. Durante años hemos demonizado la leche entera alegando que “engorda mucho”, mientras que nos decantábamos por leche desnatada, ya que “es más saludable”. Veremos también qué hay o no de cierto en todo esto.
La leche entera
La leche entera está compuesta principalmente por agua, sal, minerales y calcio. Glúcidos como la lactosa, materia grasa, proteínas como la caseína, y vitaminas A, D, B y E. Por ello, es buena para mantener unos huesos fuertes y sanos y prevenir la osteoporosis. Además, es hidratante, saciante y proporciona gran cantidad de energía.
Está especialmente indicada para los niños, pues protege el tracto gastrointestinal contra patógenos, toxinas e inflamación, y regula los procesos de obtención de energía, especialmente el metabolismo de la glucosa y la insulina. Sin embargo, contiene lactosa, un azúcar al que muchas personas son intolerantes, por lo que si este es tu caso, es mejor que tomes leche sin lactosa. También contiene mucha grasa, por lo que si tienes problemas con el colesterol.
Leche semidesnatada
La leche semidesnatada se convierte en la opción más equilibrada y aconsejable, pues reúne los beneficios de cada uno de las dos leches anteriores. Por un lado, es casi tan ligera como la leche desnatada, de hecho la diferencia calórica entre ambas es mínima. Y por otro lado, conserva íntegras ciertas propiedades importantes de la leche entera, como son las vitaminas del grupo B, el calcio, las proteínas y la lactosa; y la mitad de vitamina A y E.
Esta leche sería la más saludable porque es apta para todas las personas que no padezcan una intolerancia. Pero la leche entera es igual de sana, ya que sus grasas son beneficiosas. El problema es que esta última no se recomienda a personas que sufren obesidad o hipercolesterolemia, mientras que la semidesnatada sí.
Leche desnatada
Como su propio nombre indica, la leche desnatada o descremada es aquella a la que se le han eliminado los ácidos grasos mediante centrifugado.
Este tipo de leche es el más recomendado para personas que están haciendo dietas para perder peso o problemas cardiovasculares, pues apenas tiene grasas saturadas, que son las que aumentan los niveles de colesterol en sangre. Sin embargo, esto no afecta a su aporte en proteínas, azúcares (lactosa) y calcio.
El mito de la leche desnatada
Lo que no se ha tenido en cuenta es que las grasas de la leche son un nutriente esencial para nuestro organismo: nos aportan energía, saciedad, transportan y absorben vitaminas… Por eso la leche desnatada se ha situado ahora en el ojo de la polémica. Al haber sido tratada para quitarle la grasa, pierde también vitaminas liposolubles, especialmente la A, D y el retinol. Por tanto, su valor nutricional final (a no ser que la enriquezcan) no es de gran interés.
No existen evidencias científicas para recomendar a la población que prioricen el consumo de lácteos desnatados antes que los enteros. Por tanto, ¿la leche desnatada engorda menos? Sí, porque contiene menos calorías. ¿Es más saludable? No, porque apenas nos aporta nutrientes de calidad.
Conclusión: la mejor opción, la semidesnatada
Aunque esta afirmación hay que especificarla: la leche desnatada sería la más saludable porque es apta para todas las personas que no padezcan una intolerancia. Pero la leche entera es igual de sana, ya que sus grasas son beneficiosas. El problema es que esta última no se recomienda a personas que sufren obesidad o hipercolesterolemia, mientras que la semidesnatada sí.
Por tanto, si tu salud cardiovascular es buena, lo ideal es que apuestes por la leche entera o la semi, ya que estarás beneficiándote de sus nutrientes. Aunque recuerda que la leche no es un alimento imprescindible, por lo que no es necesario que la tomes. Puedes obtener calcio, grasas y vitaminas de otros alimentos saludables como las verduras o los frutos secos.