“En mi opinión, está claro que la vitamina D no solo podría proteger contra la gravedad de la enfermedad, sino que también podría proteger contra la infección”, declaró el investigador de física médica, Gareth Davies, al mismo medio. “La fortificación de alimentos necesitaría una planificación cuidadosa para implementarse de manera efectiva, particularmente porque las personas ahora están tomando suplementos”, añade Davies.
Hay estaciones del año, como en otoño o invierno, en las que el cuerpo produce menor cantidad de vitamina D; en parte por la disminución de la exposición al sol. Por ello, los expertos recomiendan compensar esa deficiencia con suplementos alimentarios o con el refuerzo de ciertos alimentos ricos en vitamina D, tales como: la leche, los cereales, pescados grasos (como el salmón o el atún), huevos, quesos y yogures, entre otros.
“Las empresas son libres de fortificar los productos alimenticios con vitamina D y ya lo hacen con una serie de alimentos, incluidos muchos cereales para el desayuno”, afirma un portavoz Departamento de Salud y Asistencia Social de Reino Unido.