Las hay dulces, más agradables al paladar, y otras, más amargas, por su mayor contenido en taninos, una sustancia natural con propiedades antioxidantes. Su textura harinosa recuerda a la castaña, pero es menos popular en nuestra dieta. En España, actualmente, la mayoría asociamos la bellota a un alimento para los cerdos. Y no para cualquiera. Para los que dan el jamón más delicioso y saludable. No es solo una opinión. Hay estudios que lo corroboran. En personas sanas, tomar 40 gramos diarios de jamón de bellota 100% ibérico aumenta el colesterol bueno, reduce el colesterol malo y no eleva el peso ni el perímetro abdominal. Así lo concluyó en 2017 una investigación del Hospital Juan Ramón Jiménez y el Distrito Sanitario de Huelva Costa.
Unos resultados parecidos a los que obtuvo el primer estudio mundial sobre los efectos vasculares de dos jamones ibéricos-cebo y bellota- en población sana, que publicó en 2015 el Hospital Universitario Ramón y Cajal. Con unos 50 gramos al día, durante seis semanas, los participantes no aumentaron su peso, ni experimentaron una subida de triglicéridos, y produjeron un descenso de la tensión arterial. En el caso del de bellota, la mejora de la función endotelial (clave en la conservación de la salud vascular), fue superior, lo que podría explicarse por su mayor contenido en polifenoles, unos potentes antioxidantes y antiinflamatorios.
¿Deberíamos entonces empezar a comer bellotas? Si le apetece probarlas, adelante, pero tampoco hay que volverse loco. «Un puñadito de bellotas puede ser un buen tentempié a media mañana», apunta Ana Márquez Guerrero, que también aboga por recuperar otros alimentos nutritivos de nuestros abuelos como los altramuces.
España ha logrado ser el país más saludable del mundo gracias a su sistema sanitario y a la dieta mediterránea. Deje de mirar fuera y busque en su despensa: el aceite de oliva, las nueces, las lentejas, el ajo o las sardinas también son «superalimentos», aunque no queden tan glamurosos en las historias de Instagram como la quinoa, la chía, el kale, el aguacate o el té matcha.