Huevos de categoría A: Son huevos frescos que tienen una cáscara normal, intacta y completamente limpia. La yema es visible al trasluz y mantiene su posición central cuando giramos el huevo. Éstos son los de mejor calidad.
Huevos de categoría B: Estos huevos son los que han sido refrigerados y conservados. Se permite la presencia de hasta un 25% de manchas en su cáscara y también son de buena calidad.
Huevos de categoría C: Son huevos que tampoco son frescos y que no se comercializan para el uso directo, sino como materia prima en la industria alimentaria.
También se clasifican según su peso:
Súper grandes o XL: Cuando pesan más de 75 g.
Grandes o L: Entre 65 y 75 g.
Medianos o M: Entre 55 y 65 g
Pequeños o S: Pesan como máximo 55 g.
Características nutricionales
El huevo es un alimento rico en proteínas que además son de un valor biológico muy alto, tanto que el huevo es considerado por muchos expertos en nutrición como el alimento de referencia cuando se habla de proteínas. Esto es así porque contiene en una proporción óptima para los humanos los ocho aminoácidos esenciales que nuestro organismo necesita ingerir.
La clara del huevo está formada por agua (en un 86%) y por proteínas de alto valor biológico, mientras que la yema es rica en grasa saturada e insaturada, colesterol y otros componentes grasos. En la yema podemos encontrar también hierro, fósforo, zinc, selenio y sodio, además de vitaminas A y D.
En cuanto a su composición, hablando de 100 gramos de alimento, el huevo tiene un valor calórico de 149 kcal y contiene 12,5 gramos de proteínas y 11,1 de grasa. Aporta también 500 mg de colesterol, 2,2 mg de hierro, 1,5 mg de zinc y 140 mg de sodio.
El huevo en la alimentación infantil
Durante la infancia los niños necesitan comer tanto proteínas, como hidratos de carbono y grasas. Es cierto que la grasa es uno de los elementos más perseguidos de cualquier alimento, abundando ahora la alimentación “0%” o “light” que tratan de prescindir de ella. Sin embargo, los niños necesitan comer grasas y por eso deben tomar leche entera, por ejemplo, y deben comer huevo si es posible.
Es un alimento fácil de masticar que al tener un altísimo valor nutritivo es de gran valor para los niños, ya que les ayuda a tener un correcto estado nutricional.
Cuándo introducir el huevo en la dieta de los niños
Antes se esperaba hasta cumplir el año para introducirlo en la dieta de los niños por su potencial alergénico, pero según las nuevas recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría (2018) el huevo se puede introducir a partir de los seis meses en la dieta del bebé.
Alergia al huevo. Para niños con mayor riesgo de alergia, porque ya padece alguna alergia alimentaria, o cuyos padres son alérgicos a algún alimento, se recomienda introducir primero la yema (menos alergénica) durante cinco días sin introducir otro alimento nuevo para descartar una reacción, y luego introducir la clara.
La preparación que primero se introduce es la yema cocida, que generalmente es bien tolerada, y las manifestaciones clínicas aparecen cuando se introduce la clara. Algunos niños toleran la clara cocida, pero presentan los síntomas cuando se introducen preparaciones de huevo menos cocinadas (tortilla, revuelto) o huevo crudo (helados, merengues, mayonesa).
Hay que vigilar cualquier síntoma de alergia, y en caso de confirmarse, la solución es la exclusión total del huevo en la dieta de los niños, vigilando también los derivados y con los productos que contienen huevo en sus ingredientes.
El pronóstico de una alergia de este tipo es bueno, pues la mayoría de los niños acaban tolerando el huevo cuando superan los 3-4 años.
Cómo prepararlo
El huevo debe consumirse siempre cocido para evitar el riesgo de transmisión de enfermedades (básicamente la salmonella), evitando que quede crudo o semicrudo.
Son necesarios ocho minutos desde que el agua empieza a hervir para que el huevo quede bien cocido.
Una vez cocido, la yema puede mezclarse con algún puré, trocearla con carne, mezclarla con sopa, etc. En el momento en que el niño pueda comer tanto yema como huevo, pueden hacerse tortillas francesas, tortillas de patatas, huevos revueltos,…
En cuanto a la cantidad de huevos, se recomiendan dos a la semana, ya que la ESPGHAN recomendó no pasar de 300 mg al día de colesterol. La yema de un huevo de gallina tiene 270 mg. Si no pasamos de dos huevos a la semana, el aporte de colesterol (hay que contar con el resto de comidas) no pasará de esos 300 mg al día señalados.